El latín inicialmente fue una lengua hablada en Lacio, una
pequeña provincia de Italia. Fue la lengua oficial del Imperio Romano, siendo
con ello ampliamente extendido gracias a la magnitud de éste. De él se
desprenden las conocidas lenguas romances, dado que, al caer el Imperio, fue
perdiendo fuerza y mezclándose con las
lenguas propias de cada región conquistada.
Durante
aquella época se llegaron a instaurar dos clases de latín: el vulgar y el que
hoy conocemos como clásico. El primero utilizado por el pueblo, el lenguaje
popular, pero del que hoy en día no se conocen más que pequeños fragmentos. El
segundo utilizado por los escritores y aristócratas, el lenguaje culto del cual
tenemos hoy en día una amplia documentación.
Ahora bien,
el latín posee como característica primordial ser una lengua flexional, es decir, una lengua
que indica “(…) sus relaciones morfosintácticas o semánticas a través de
sufijos que se agregan a un radical.” (Arriaga, 2006, pág. 14). Estas flexiones
son las que indican el género y el número de cada palabra, así como la función
que ésta desempeña dentro de cada oración.
Los casos del
latín
Los casos
son cada flexión de la palabra que marca un tipo específico de función
sintáctica dentro de la oración.
El latín
distingue 6 casos:
-
Nominativo
-
Vocativo
-
Genitivo
-
Acusativo
-
Dativo
-
Ablativo
El caso nominativo marca, con generalidad, la palabra o grupo
de palabras que fungen como sujeto dentro de la oración simple. En el caso de
los verbos copulativos también funciona como atributo de la oración.
El caso vocativo tiene exclusivamente una función apelativa,
sirve para llamar la atención o realizar exclamaciones.
El caso acusativo tiene como función principal expresar el
fin directo de la acción indicada en el verbo. Es decir, marca la palabra o
grupo de palabras que funcionan como complemento directo (personas o cosas
sobre las que recae la acción verbal).
El caso genitivo marca la palabra o palabras que funcionan
como complemento de nombre (sintagma preposicional que complementa el
significado de un sintagma nominal), dentro de la oración.
El caso dativo marca la palabra o grupo de ellas que fungen
dentro de la oración como complemento indirecto, es decir, marca la palabra que funciona como beneficiaria
o perjudicada por la acción del sujeto. Ej.: Diana da agua a las gallinas.
El caso ablativo se usa para demarcar las palabras que
funcionan como complemento circunstancial, es decir, expresa la circunstancia
en la que ocurre la acción. Suele ir acompañado por una preposición.
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