martes, 17 de febrero de 2015

Repasando un poco

El latín inicialmente fue una lengua hablada en Lacio, una pequeña provincia de Italia. Fue la lengua oficial del Imperio Romano, siendo con ello ampliamente extendido gracias a la magnitud de éste. De él se desprenden las conocidas lenguas romances, dado que, al caer el Imperio, fue perdiendo fuerza y  mezclándose con las lenguas propias de cada región conquistada.
            Durante aquella época se llegaron a instaurar dos clases de latín: el vulgar y el que hoy conocemos como clásico. El primero utilizado por el pueblo, el lenguaje popular, pero del que hoy en día no se conocen más que pequeños fragmentos. El segundo utilizado por los escritores y aristócratas, el lenguaje culto del cual tenemos hoy en día una amplia documentación.
            Ahora bien, el latín posee como característica primordial ser  una lengua flexional, es decir, una lengua que indica “(…) sus relaciones morfosintácticas o semánticas a través de sufijos que se agregan a un radical.” (Arriaga, 2006, pág. 14). Estas flexiones son las que indican el género y el número de cada palabra, así como la función que ésta desempeña dentro de cada oración.
Los casos del latín
            Los casos son cada flexión de la palabra que marca un tipo específico de función sintáctica dentro de la oración. 
            El latín distingue 6 casos:


-          Nominativo
-          Vocativo
-          Genitivo
-          Acusativo
-          Dativo
-          Ablativo


El caso nominativo marca, con generalidad, la palabra o grupo de palabras que fungen como sujeto dentro de la oración simple. En el caso de los verbos copulativos también funciona como atributo de la oración.
El caso vocativo tiene exclusivamente una función apelativa, sirve para llamar la atención o realizar exclamaciones.
El caso acusativo tiene como función principal expresar el fin directo de la acción indicada en el verbo. Es decir, marca la palabra o grupo de palabras que funcionan como complemento directo (personas o cosas sobre las que recae la acción verbal).
El caso genitivo marca la palabra o palabras que funcionan como complemento de nombre (sintagma preposicional que complementa el significado de un sintagma nominal), dentro de la oración.
El caso dativo marca la palabra o grupo de ellas que fungen dentro de la oración como complemento indirecto, es decir,  marca la palabra que funciona como beneficiaria o perjudicada por la acción del sujeto. Ej.: Diana da agua a las gallinas.

El caso ablativo se usa para demarcar las palabras que funcionan como complemento circunstancial, es decir, expresa la circunstancia en la que ocurre la acción. Suele ir acompañado por una preposición.

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